23 de enero de 2017

¡La burbuja llega oficialmente al mundo del cómic!

Saludos, aunque en este blog hay una sección dedicada a mis pinitos como guionista de cómic, esta entrada tiene una gran importancia para mi, porque al fin os presento mi web oficial como guionista. 


Se titula "Un disparo en el desierto", en honor al nombre que llevará el cómic cuando salga a la venta, y que será publicado por la editorial "Ediciones Traspiés". Para amenizar el tiempo hasta que sea así, en la web iremos subiendo tanto el dibujante como yo diferente material del proceso creativo, como puedan ser páginas de guión, bocetos de la historia o los personajes, anécdotas, etc...


La imagen que veis muestra a los dos protagonistas de la historia. Por otra parte, os dejo aquí la sinopsis que he hecho sobre el cómic, con el deseo de que no os deje indiferentes, y tengáis el suficiente interés para visitar la web y haceros seguidores. ¡Larga vida al salvaje oeste!


Sinopsis cómic

El lejano y polvoriento oeste, tal como nos hicieron ver en el pasado las obras de Sergio Leone o Clint Eastwood, y en la actualidad Quentin Tarantino, nunca fue un lugar apto para personas débiles y temerosas. 

A través de “Un disparo en el desierto”, seréis partícipes de un choque de trenes entre Shane “La Parca” Wallace, un reconocido y sanguinario forajido, y Richard Brown, un duro cazarrecompensas. 

Asistid al nacimiento de una rivalidad, a los diversos y épicos enfrentamientos entre estos dos malnacidos, y dejaos seducir por la belleza del western, un género que nunca muere.

Violencia, rencor, y odio son sólo tres ingredientes del cocktail de sensaciones que encontraréis en esta obra, cuyo final no os dejará indiferentes.   

3 de enero de 2017

Crónicas de un westerniano: Capítulo 2

Una de las virtudes de la Translow, era la infinidad de lugares de ocio que albergaba y que satisfacían los gustos de cada visitante, por retorcidos y extravagantes que pudieran ser. Algunas horas antes de entrar en el saloon, Irvin había dejado a uno de sus amigos en una galería de tiro, y justo allí esperaba encontrarlo. Le fue fácil diferenciar del resto el sonido del arma de Wencro Tanx. Y por si quedaban dudas, antes de entrar en la galería, Irvin escuchó varios gritos de frustración, sinónimo de una apuesta que alguien había perdido contra Wencro. Así era.

Irvin vio cómo un ser azulado de medio metro de estatura, tres piernas y seis brazos, le daba una enorme cantidad de créditos a Wencro. Sin duda aquel tipo no debía conocerle previamente, porque nadie en su sano juicio hubiese apostado tanto en contra de Wencro. Era uno de los mejores tiradores que Irvin había conocido a lo largo de su vida, y además de bueno con un arma, era un excelente rastreador y explorador, el tipo ideal para hacer un primer reconocimiento al inicio de cualquier misión que aceptaba Irvin.

Pero claro, la constitución de su amigo hacía que para él fuese sencillo disparar a cualquier blanco, fijo o móvil, desde distancias más que dificultosas para otros tiradores. Wencro era natural de Arbonis, un planeta situado a varias lunas de Westernia, y donde gran parte de su población tenía cuerpo humano, pero cabeza de distintas aves, en función de la parte del planeta en que se hubiese nacido. La de Wencro habría sido catalogada en la Tierra como “cabeza de halcón”. Él siempre bromeaba diciendo que un ornitólogo disfrutaría viviendo una temporada en Arbonis. 

Una vez que Wencro se despidió del ser azulado, se dio cuenta de que Irvin había regresado, y ambos se marcharon de la galería. A fin de cuentas era imposible entablar una conversación allí con tantas armas escupiendo fuego, rayos láser o balas perforadoras. Cuando salieron de allí, pusieron rumbo a la plataforma de aterrizaje, donde estaba atracada la nave de Irvin.

Seguramente faltaría parte de la tripulación por volver a la nave, pero aún les quedaban unas horas de tiempo libre. Además, Irvin esperaba una comunicación de la Tierra, y hasta que no la recibiera no pensaba marcharse de la Translow. Wencro, cuya voz era un tanto áspera, empezó la conversación:

- ¿Qué tal te fue en el saloon, provocaste otra pelea?
- No tengo la culpa de ser tan buen jugador de cartas- le respondió con sorna Irvin-.
- Ni yo de ser tan buen tirador y ganar todas las apuestas, pero nadie me arma un escándalo al final.
- Será porque yo no tengo por boca el enorme pico que tú sí, eso impone un poco.
- ¿Estamos graciosos eh?
- No más de lo habitual Wencro- Irvin le palmeó amistosamente un hombro a su amigo-, no más de lo habitual. ¿Viste a alguien más de la tripulación después de despedirnos de ellos?
- No, lo cierto es que no, y me sorprendió que Texia no viniese un rato a la galería, con lo que le gusta usar sus balas explosivas para llamar la atención.
- Bueno, habrá estado ocupada con otras cosas, aquí en la Translow siempre hay nuevas formas de distracción- y para dar énfasis a lo dicho, Irvin señaló con sus manos a izquierda y derecha-.
- En eso estamos de acuerdo, seguro que me pierdo grandes cosas volviendo al mismo sitio en cada visita, pero los créditos me llaman.
- Sabes Wencro, algún día me contarás qué haces con todo el dinero que has ganado estos años, porque debes de tener una pequeña fortuna. Seguro que podrías vivir tranquilamente el resto de tu existencia sin acompañarme en más misiones.
- Podría, pero lo echaría de menos- Wencro parecía nostálgico al decirlo-. ¿Qué sería de mi sin las emociones de cada misión, sin la necesidad acuciante de improvisar cuando uno de tus planes se tuerce drásticamente y nuestras vidas corren peligro, o sin la camaradería que hay entre la tripulación? Y eso por citarte sólo algunas cosas. Cosas que ni todo el dinero de la galaxia puede comprar.
- Estoy de acuerdo en todo, aunque eso incluya admitir que no siempre salen las cosas como las planeo.  
- Rara vez Irvin, rara vez.
- Ya discutiremos eso otro día. En cualquier caso… me enorgullece trabajar contigo y el resto de la tripulación.
- El sentimiento es mutuo Irvin.

La conversación cesó una vez que llegaron al embarcadero de la Translow, que estaba tan lleno de vida y bullicio como siempre. Allí era imposible sentirse solo. Un simple vistazo a lo largo de las plataformas de aterrizaje permitía ver naves procedentes de cada rincón y planeta de la galaxia, cosa que también sucedía si se observaba a sus ocupantes. Infinidad de formas geométricas hacían que el concepto general de nave espacial no pudiera asociarse a ningún diseño genérico. Irvin y Wencro se abrieron paso a un ritmo más lento del que querían, pero era el peaje que tocaba pagar cuando se recorría aquel lugar.

Tras un rato moviéndose entre la muchedumbre, por fin llegaron a la plataforma donde estaba la nave de Irvin. Aunque él la conocía a la perfección y no necesitaba volver a observarla para imaginarla nítidamente en su cabeza, siempre que se paraba frente a ella le era inevitable sonreír y sentirse maravillado porque formara parte de su vida. Para otra persona podría haber sido simplemente un vehículo más para viajar por el espacio, pero para Irvin, la “Tombstone” era mucho más. Era su hogar flotante.   

Antes de ser adquirida por Irvin algunos años atrás, la función principal de la Tombstone había sido el transporte de minerales desde Westernia a distintos puntos de la galaxia. Eso había sido en tiempos de paz. La guerra que había sacudido el planeta natal de Irvin cambió las funciones de la nave, convirtiéndola en un improvisado vehículo de transporte de tropas o evacuación de civiles. Y una vez en manos de su actual propietario, venía a tener un uso que aglutinaba lo anterior. A fin de cuentas, Irvin y su tripulación eran mercenarios que hacían trabajos de todo tipo. Transportaban mercancías, rescataban gente, y a veces debían robar cosas. O recuperarlas.

Las luces de la cabina de pilotaje estaban encendidas, por lo que GK88, el robot que se encargaba de las comunicaciones y copilotaba habitualmente la nave, debía estar allí. Seguramente sería el único, ya que los dos mecánicos de la Tombstone habían ido por orden de Irvin a la zona industrial a comprar piezas de recambio para el motor, y el resto de la tripulación tenía por costumbre regresar más tarde a la nave.

Cuando Irvin y Wencro accedieron al interior de la Tombstone, GK88 apareció en la sala principal para recibirles, y les comunicó que tenía en espera una llamada de la Tierra. Irvin le dio las gracias y se encaminó hacia la cabina de pilotaje. Una vez allí, accionó varios botones y un holograma apareció frente a él. 

Continuará...
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